La
opinión de la mujer en la elección
Por
Julio Sherer García, reportero de Excélsior (publicada el 7 de julio de 1958)
Las mujeres mexicanas
votaron ayer, por vez primera en una elección presidencial. Se
confundieron con los hombres y, en una jornada que pasará a la
historia política del país, acudieron a ñas casillas impulsadas
por este anhelo:
Sufragar contra la
corrupción sindical y por un mejor nivel de vida económico y
social.
Los candidatos al Congreso
no movieron pasiones, salvo en elc aso de Fidel Velázquez.
Personificó el líder cetemista al “hombre malo” de la
contienda. Las voces femeninas se unificaron en su contra.
Escuchándose la repulsa en todos los rumbos de la ciudad.
Rosaura Zapata, mujer
ilustre, ganadora de la medalla “Belisario Domínguez” -máximo
galardón que otorga el Senado-, fundadora de los jardines de niños
en la República, no ocultó su adversión por el dirigente.
“Yo voté por el
licenciado Adolfo López Mateos”, y en su voz sonaba el timbre del
orgullo.
-¿Y también por Fidel
Velázquez?
-No, por él no. De ninguna
manera.
Otras eran las emociones de
Francisca Acosta, directora de asistencia social, cuando cruzó el
distintivo del partido de sus simpatías.
Confió a Excélsior los
sentimiento que la asaltaron en esos momentos:
“Pensaba en el punto
octavo del programa de López Mateos, que rechaza un régimen donde
la riqueza se concentra en pocas manos.”
Precisamente el caso de
México, donde al uno por ciento de la población absorbe para su
consumo un ingreso de veintiséis mil millones de pesos, en tanto que
el noventa y nueve por ciento dispone de veintiocho mil millones.
Trágica desigualdad que se
advirtió en la zonas humildes después de observar la votación en
las Lomas de Chapultepec, en los Jardines del Pedregal de San Ángel.
Allá, en las zonas oscuras de la metrópoli, las mujeres arrastraban
su pobreza hasta la casilla electoral, muchas de ellas rodeadas de
criaturas que no podían dejar sin el cuidado de un adulto.
En estos barrios -innúmeros-
el voto femenino significó esta esperanza:
Una vida siquiera digna.
***
Del liderato sindical al
muelle sillón del Congreso...
Este es el camino que
recorren los dirigentes de organizaciones obreras. Se ha hecho una
moda. Como ir a Acapulco durante las vacaciones de Semana Santa.
La primera mexicana que
ingresa a la diplomacia -Paloma Guillén: ministro en Colombia y
Dinamarca durante el gobierno del general Cárdenas; jefa de nuestra
delegación ante la sociedad de las naciones durante los dos últimos
años de la pasada Guerra Mundial- tuvo frases de reprobación para
este tipo de carrera política.
“Es muy malo para
México, dada la categoría moral de los líderes”, dijo.
Quisiera para México
algo mejor. Que exista independencia en las metas de dirigentes
obreros, que el fin de su carrera sindical no signifique su
iniciación en el Congreso.
Por lo demás, Palma
Guillén menosprecia al Poder Legislativo:
“Es una llaga”,
concretó.
-Pero, ¿votó usted por
aspirantes al Senado y a la Cámara de Diputados?
-Sí, pero como si fueran
la causa de un cometa. No conozco siquiera a los candidatos de mi
distrito, que no hicieron llegar hasta nosotras ninguna clase de
propaganda.
Palma Guillén sufragó
por López Mateos. Fue lo único que le interesó.
“Lo demás es una
lacra”.
***
María Asúnsolo
Se felicita por el 6 de
julio.
Cree que es una fecha
histórica. La mujer después de luchas sin cuento, disfruta de
igualdad de derechos políticos.
Pero esto es apenas el
inicio de la lucha verdadera, pues nuestras mujeres aún no tienen
conciencia de lo que es el voto.
“Muchas de ellas, estoy
segura, votaron por votar. Lo hicieron sin verdadero conocimiento de
causa. No confrontaron ideologías ni pesaron los méritos y
deméritos de los candidatos. Votaron con una venda -la venda de la
ignorancia- cubriéndoles los ojos.
María Asúnsolo, de
incomparable belleza en épocas de su juventud, llevada a cuadros de
caballete por los pintores más famosos del país -Orozco, Rivera,
Siqueiros-, expresó una esperanza:
Con el tiempo, la mujer
podrá irse preparando, será el paso fundamental ants de lanzarse a
la conquista definitiva. La exigencia del sufragio efectivo que,
entre nosotras, es solo una bella frase.
La voz melodiosa de María
Asúnsolo se descarga contra Fidel Velázquez:
“No conozco a los
candidatos a diputados de mi distrito -el noveno-, pero sí sé de
Fidel Velázquez”.
-¿Y que opinión le
merece?
-Tiene sus ventajas y sus
desventajas
-Pero, ¿qué predomina?
-Bueno, no puedo estar de
acuerdo con un hombre que ha tenido que ver con la traición.
¡Otra vez la injusta
distribución de la riqueza, preocupación obsesionante en las
mujeres mexicanas!
Matilde Rodríguez Cabo,
médica cirujana, directora del pabellón del niño del manicomio
desde hace 28 años, responde en otra época del departamento de
prevención social, respondió con energía a las preguntas de
Excélsior:
“Debemos exigir que el
próximo régimen afronte con valor y decisión el grave problema que
se deriva de la injusta distribución de la riqueza, queremos un país
que se desarrolle económicamente, que progrese técnica y
culturalmente, pero también queremos que de ese desarrollo y de ese
progreso participen todos los mexicanos y que la riqueza de unos
cuántos no se finque sobre la miseria y el hambre de los más.”
Habla con desdén de la
propaganda política dispendiosa. La juzga de injuria, un golpe al
rostro de los millones de empobrecidos mexicanos.
Relata un hecho que
presenció:
Entre capas sociales
altas, de sobrados recursos económicos, todavía hace unas cuantas
semanas se distribuían centenarios con la efigie del candidato
presidencial del PRI.
“Ese dinero debe
destinarse a causas más nobles.”
Y el rostro delgado,
expresivo, de la doctora enrojeció de indignación.
No alteró su gesto de
contrariedad cuando dijo:
“También queremos
diputados y Senadores que no sean sordos y mudos, y anhelamos
integración de partidos políticos, de sindicatos y agrupaciones en
los que los líderes corrompidos y serviles sean definitivamente
eliminados.”
En su primera actuación
como electoras en la suprema contienda cívica que pueda presenciarse
en México, las mujeres vivieron toda clase de situaciones.
Ocurrió en una casilla
del segundo distrito en la colonia Guerrero:
Una mujer de la clase
humilde mostrábase desconcertada, veía a uno y a otro lado del
local con ojos azorados. En un momento los fijó en el presidente de
casilla y ahí los mantuvo.
El funcionario le sonrió,
como incitándola a la confianza. La mujer se tranquilizó, pero sin
perder totalmente la timidez, preguntó en voz baja: “¿Por quién
voto?”.
El presidente sintió
sobre sí los rostros de los representantes de los partidos
contendientes al suyo, el PRI. Meditó unos segundos. Al fin, amable,
paternal, aconsejó:
“¿Y qué le parecería
por la bandera...?”
... No lejos de Guerrero,
en la calle de Miguel Schulz, tocó el tierno de sufragar a una mujer
de aspecto peculiar: vestida severamente y peinaba de raya en medio y
chongo. En su rostro no se vería un miligramo de cosmético ni el
más discreto carmín matizaba sus labios delgados. Su falda y su
sueter eran negros.
La representan de Acción
Nacional de casilla se sintió atraída por la enlutada. Quizá pensó
que se trataba de una religiosa.
Le hizo señas discretas.
Su rostro se dulcificó en una expresión llena de humana compasión.
La vio con una mirada intensa, como comunicándole: “Militamos en
la misma causa; adelante”.
Cuando la sufragista
permanecía inclinada sobre las boletas de electura, la militante del
PAN se le aproximó, volteó con presteza y no sintiéndose
observada, deslizó:
“¿Se puede? ¿Se
puede”, y alargaba el cuello lo más que podía. La respuesta
sonora e indignada le cortó la respiración:
“¡De ninguna manera!
¡apártese y permítame votar en secreto!”
Otros rumbos
metropolitanos.
Ixtalapala, zona que se
encuentra entre las más pobres. El analfabetismo, la insalubridad,
la atmósfera fétida, son aquí problemas de la vida cotidiana.
Dos mujeres se confiaban
mutuamente sus experiencias políticas:
-Y tú, ¿por quién
votaste?
-Yo por Luis Álvarez.
Es católico. ¿y tú?
-No, yo voté por López
Mateos. ¿Que no ves que es muy guapo?
Y las mujeres -de
delantal y rebozo- se retiraron de la casilla con las manos enlazadas
y muertas de la risa.
Eva Sámano de López
Mateos... Blanca Magrassi de Álvarez... Berta Rivera de Mendoza.
Usted conoce a las dos
primera. Mil veces han sido publicadas sus fotografías en
periódicos; mil veces, también, se les ha visto en televisión.
Berta Rivera se Mendoza
constituye la novedad en este trío. Hasta ahora nadie se ha ocupado
de ella. Y es mujer importante, dada su calidad de esposa de un
candidato a la Presidencia de la República: Miguel Mendoza López,
del Partido Comunista:
Tiene setenta y siete
años, cinco hijos y un número mayor de nietos. Su rostro de líneas
suaves, inspira confianza. Tiene el cabello gris y su aspecto de
vida, de fortaleza.
Tiene creencia: la
católica.
Por vez primera hizo
declaraciones a un periódico:
“No, no siento la
contradicción en la postura política de mi marido que, siento
católico como yo, es candidato a la Presidencia por el Partido
Comunista. Él es inteligente y muy culto, con seguridad sabe lo que
hace. Además, yo no tengo derecho para meterme en sus asuntos de
conciencia.”
Sabe que Miguel no va a
ganar la suprema magistratura, por dos motivos: porque el Partido
Comunista no está registrado ante la ley y porque el fraude no lo
permitiría.
Sin embargo, en la
hipótesis de que su marido sucediera en el sillón presidencial y a
don Adolfo Ruiz Cortines, ella, como mujer, tendrá dos anhelos:
proteger a los niños y cuidar a los viejos.
“Usted sabe cómo se
les trata a unos y a otros, los niños en el abandono; y los viejos,
en el olvido...”
Excélsior obtuvo una
frase de la esposa del candidato a la Presidencia de la República,
Adolfo López Mateos.
Dijo doña Eva Sámano de
López Mateos: “Es muy importante que la mujer esté decidida a
ejercitar siempre sus derechos políticos sin abandonar su hogar, que
es un sitio inviolable de seguridad para nosotras, las mexicanas”.
Y Blanca Magrassi de
Álvarez, sonriente, afable, habló con las palabras de su marido:
“Tengo confianza plena
en que la mujer mexicana luchará por una renovación total de la
vida del país.”
-¿Y el fraude electoral
del que tanto hablaba el PAN?
-Si el pueblo se decide,
lo superará.
La señora Magrassi de
Álvarez, incansable en sus recorridos por el país al lado de su
esposo, habló también de la misión que cree debe cumplir cualquier
mujer que comparta su vida con un Presidente de la República:
“Es similar su función
al de cualquier mujer junto a su marido, ayudarlo, inyectarle
optimismo, levantarle el ánimo en cualquier momento depresivo,
compartir sus alegrías.
“Y como mujer que tiene
responsabilidad concreta, secundar cualquier idea de justicia y de
bienestar. Eso es precisamente lo que yo deseo para todos los
mexicanos: paz, justicia y bienestar”.
Al atardecer, cerca de
las 17:00 horas, las últimas opiniones recogidas, en el bando
femenino:
Adriana Lombardo, hija de
Vicente Lombardo Toledano:
“Todavía tenemos un
gran atraso o existen muchos prejuicios que primero hay que vencer.
Esto no podrá realizarse si no se logra la incorporación económica,
política y social de la mujer mexicana en la vida de nuestro país.”
Melida de la Selva,
presidenta de asociaciones culturales:
“Ojalá que el voto de
la mujer sirva para apoyar la elección de representantes populares,
y conscientes”.
Adelina Zendejas,
dirigente en el magisterio:
“Lucharemos porque el
voto femenino borre injusticias y acabe con la corrupción, sobre
todo sindical.
“Llegamos a la
contienda cívica con un nuevo aliento y sin las cadenas de
compromisos innobles”
En la casilla de San
Luis Potosí y Córdoba una mujer de clase media dijo con sencillez:
“Voté para Presidente
de la República, sinceramente, en las boletas de senadores y
diputados inscribí: `sin merecimiento`. Y no crucé el escudo de
ningún partido.”