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jueves, 17 de octubre de 2013

Especial: 60 años del voto de la mujer. Poco que celebrar

Por @Alecitapunk
Hace 60 años las mexicanas alcanzaron la ciudadanía, un suceso que transformó la política nacional, pues se les permitió pasar de los espacios privados a la vida pública.
Lograr el derecho al voto fue una de las revoluciones sociales más importantes del Siglo XX, así lo estima la maestra Rosa María Álvarez de Lara, investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
En entrevista, la también docente de la Facultad de Derecho de la máxima casa de estudios afirma que las mujeres pensaban que, con el voto, “automáticamente se iban a acabar sus problemas, que íbamos a ser reconocidas como personas, que nos iban a dar el mismo trato que a los varones; y no”.
Ha pasado más de medio siglo y aún hay zonas, sobre todo indígenas, donde “si el marido dice que no vaya a votar, la mujer no va a votar”.
Aunque ya se han ganado espacios en algunos ámbitos de la vida política nacional, aún las mujeres de nuestro país tienen que enfrentar la batalla por lograr una plena equidad de género.
Álvarez de Lara señala en su artículo “Derechos Humanos de la Mujer, participación política y democrática”, publicado por el IIJ, que “el ordenamiento jurídico no ha sido eficaz para modificar un modelo de sociedad discriminatorio de la mujer, sino todo lo contrario; el derecho ha sido pieza fundamental para mantener y reproducir un sistema que ha mantenido mecanismos de subordinación femenina”.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 51.2 por ciento de la población está conformada por mujeres; sin embargo, actualmente no hay ninguna mujer gobernadora y hasta ahora no ha habido una mexicana presidenta de la República.
En seis décadas, cinco mujeres han sido gobernadoras y una jefa de gobierno: Griselda Álvarez Ponce de León (Colima, 1979), Beatriz Paredes Rangel (Tlaxcala, 1987), Dulce María Sauri (Yucatán, 1991), Rosario Robles Berlanga (DF, 1998), Amalia García Medina (Zacatecas, 2004) e Ivonne Ortega Pacheco (Yucatán, 2007).
Esto se debe, en gran medida, a la cultura del machismo, “todavía prevalece y está hondamente arraigada en nuestra sociedad; hay muchos mitos, por ejemplo, que somos más débiles que los hombres y necesitamos protección, que no tenemos la misma capacidad intelectual, que somos malas para las matemáticas, que las ciencias duras no se nos dan y que, desde el punto de vista moral, somos poco confiables”, explica Álvarez de Lara.
Actualmente, el Artículo 219 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) establece una cuota de género para los candidatos a legisladores federales: “De la totalidad de solicitudes de registro, tanto de las candidaturas a diputados como de senadores que presenten los partidos políticos o las coaliciones ante el Instituto Federal Electoral (IFE), deberán integrarse con, al menos, el cuarenta por ciento de candidatos propietarios de un mismo género, procurando llegar a la paridad”.
No obstante, en el Congreso se presentan los casos de las llamadas “Juanitas”, legisladoras que llegan a ocupar el cargo para después cederlo a su suplente hombre.
Pese a ello, para Rosa María Álvarez de Lara esta cuota sí sirve y es necesaria, pues es la única forma de propiciar un equilibrio, a esto se le llama “discriminación positiva”.
Por su parte, José Salomón García Moreno, maestro en democracia y formación de valores, por la Universidad Autónoma de Barcelona, asegura que las mujeres han luchado hasta el cadalso por la mejora política y su reconocimiento en todos los ámbitos de la vida social, “cualquier mejora en sus condiciones es altamente satisfactoria”.
Por lo que la propuesta hecha por el presidente Enrique Peña Nieto, la semana pasada, para aumentar la cuota de género de 40 a 50 por ciento es plausible, “deseo que no sea sólo una promesa para el festejo que se avecina”, e ironizó “por cierto, ¿tienen algo qué festejar?”.
El también maestro en filosofía por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo recordó que no todas las mexicanas tienen posibilidades de reconocimiento. “Nuestras indígenas, las domésticas y las obreras de grandes consorcios empresariales son vilmente explotadas. Incluso desde sus propios hogares, trabajan, se preocupan por la educación de sus hijos y preparan alimentos”.
Entregan plenos derechos
El 17 de octubre de 1953 se publicaron en el Diario Oficial de la Federación las reformas a los artículos 34 y 115 de la Constitución, para entregar a las mexicanas el derecho al voto.
Excélsior publicó entonces que “Todas las mujeres de México, a partir de ayer, quedaron convertidas en ciudadanas, con plenitud de derechos para todos los cargos de elección popular”.
Un año antes, todavía como candidato a la Presidencia de la República, Adolfo Ruiz Cortines había prometido a las mujeres una ciudadanía sin restricciones.
Desde principios de siglo (1916) las mexicanas ya exigían ese derecho, hubo dos muy importantes congresos feministas en Yucatán, auspiciados por el gobernador Salvador Alvarado, político de ideas progresistas y democráticas, en esos encuentros se planteó insistentemente el voto.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se modificó en 1953: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan además los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años de edad, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”.
En respuesta, las organizaciones femeniles adheridas al Partido Revolucionario Institucional enviaron mensajes de felicitación y agradecimiento al Presidente de la República.
Sin embargo, las mexicanas tuvieron que esperar cinco años para poder elegir, por primera vez al jefe del Poder Ejecutivo Federal.
Votan por primera vez
En las elecciones del 3 de julio de 1955 las mujeres acuden por primera vez a las urnas a emitir su voto. En esa ocasión se elegía a diputados federales para la XLIII Legislatura.
En su edición del 4 de julio, a ocho columnas, este diario informaba “Dio nueva vida a las urnas la presencia de las mujeres”.
Tras la jornada el presidente Ruiz Cortines declaró que “En la vida política de la patria este es un momento histórico”.
Fue hasta el domingo 6 de julio de 1958 que las mexicanas emitieron, por primera vez en la historia del país, su voto para elegir a un presidente: Adolfo López Mateos. De acuerdo con las notas periodísticas de la jornada, López Mateos obtuvo el triunfo con casi 90 por ciento de los sufragios a su favor; se agradeció el derecho al voto.
Mujeres de todos las clases sociales, algunas con niños en brazos, incluso monjas y novicias hicieron largas filas para elegir al Presidente.
En su portada de la edición del 7 de julio Excélsior publicaba: “Sin distinción de clases, del brazo de sus maridos, o con hijos a cuestas; en los aristocráticos barrios o en los populosos distritos, las mujeres acudieron por primera vez a las urnas electorales. Su presencia mantuvo a distancia a los guardianes del orden, militares y civiles, y dio a la reunión electoral un carácter de tertulia y de familiaridad inusitadas”.
Muchas ciudadanas ignoraban cómo votar, mientras que las mujeres más preparadas “trazaron con mano firme su preferencia política”.
La actriz Dolores del Río opinó sobre el ejercicio democrático: “Don Adolfo Ruiz Cortines nos ha situado ahora en la igualdad de obligaciones y derechos con el hombre, políticamente hablando, y creo, sin temor a equivocar, que México está dando una cátedra de civismo y democracia al resto de los países del mundo”.

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