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jueves, 17 de octubre de 2013

Nota escrita por Julio Sherer la primera vez que las mexicanas votaron por un Presidente

La opinión de la mujer en la elección

Por Julio Sherer García, reportero de Excélsior (publicada el 7 de julio de 1958)

Las mujeres mexicanas votaron ayer, por vez primera en una elección presidencial. Se confundieron con los hombres y, en una jornada que pasará a la historia política del país, acudieron a ñas casillas impulsadas por este anhelo:
Sufragar contra la corrupción sindical y por un mejor nivel de vida económico y social.
Los candidatos al Congreso no movieron pasiones, salvo en elc aso de Fidel Velázquez. Personificó el líder cetemista al “hombre malo” de la contienda. Las voces femeninas se unificaron en su contra. Escuchándose la repulsa en todos los rumbos de la ciudad.
Rosaura Zapata, mujer ilustre, ganadora de la medalla “Belisario Domínguez” -máximo galardón que otorga el Senado-, fundadora de los jardines de niños en la República, no ocultó su adversión por el dirigente.
“Yo voté por el licenciado Adolfo López Mateos”, y en su voz sonaba el timbre del orgullo.
-¿Y también por Fidel Velázquez?
-No, por él no. De ninguna manera.
Otras eran las emociones de Francisca Acosta, directora de asistencia social, cuando cruzó el distintivo del partido de sus simpatías.
Confió a Excélsior los sentimiento que la asaltaron en esos momentos:
“Pensaba en el punto octavo del programa de López Mateos, que rechaza un régimen donde la riqueza se concentra en pocas manos.”
Precisamente el caso de México, donde al uno por ciento de la población absorbe para su consumo un ingreso de veintiséis mil millones de pesos, en tanto que el noventa y nueve por ciento dispone de veintiocho mil millones.
Trágica desigualdad que se advirtió en la zonas humildes después de observar la votación en las Lomas de Chapultepec, en los Jardines del Pedregal de San Ángel. Allá, en las zonas oscuras de la metrópoli, las mujeres arrastraban su pobreza hasta la casilla electoral, muchas de ellas rodeadas de criaturas que no podían dejar sin el cuidado de un adulto.
En estos barrios -innúmeros- el voto femenino significó esta esperanza:
Una vida siquiera digna.

***

Del liderato sindical al muelle sillón del Congreso...
Este es el camino que recorren los dirigentes de organizaciones obreras. Se ha hecho una moda. Como ir a Acapulco durante las vacaciones de Semana Santa.
La primera mexicana que ingresa a la diplomacia -Paloma Guillén: ministro en Colombia y Dinamarca durante el gobierno del general Cárdenas; jefa de nuestra delegación ante la sociedad de las naciones durante los dos últimos años de la pasada Guerra Mundial- tuvo frases de reprobación para este tipo de carrera política.
“Es muy malo para México, dada la categoría moral de los líderes”, dijo.
Quisiera para México algo mejor. Que exista independencia en las metas de dirigentes obreros, que el fin de su carrera sindical no signifique su iniciación en el Congreso.
Por lo demás, Palma Guillén menosprecia al Poder Legislativo:
“Es una llaga”, concretó.
-Pero, ¿votó usted por aspirantes al Senado y a la Cámara de Diputados?
-Sí, pero como si fueran la causa de un cometa. No conozco siquiera a los candidatos de mi distrito, que no hicieron llegar hasta nosotras ninguna clase de propaganda.
Palma Guillén sufragó por López Mateos. Fue lo único que le interesó.
“Lo demás es una lacra”.

***

María Asúnsolo
Se felicita por el 6 de julio.
Cree que es una fecha histórica. La mujer después de luchas sin cuento, disfruta de igualdad de derechos políticos.
Pero esto es apenas el inicio de la lucha verdadera, pues nuestras mujeres aún no tienen conciencia de lo que es el voto.
“Muchas de ellas, estoy segura, votaron por votar. Lo hicieron sin verdadero conocimiento de causa. No confrontaron ideologías ni pesaron los méritos y deméritos de los candidatos. Votaron con una venda -la venda de la ignorancia- cubriéndoles los ojos.
María Asúnsolo, de incomparable belleza en épocas de su juventud, llevada a cuadros de caballete por los pintores más famosos del país -Orozco, Rivera, Siqueiros-, expresó una esperanza:
Con el tiempo, la mujer podrá irse preparando, será el paso fundamental ants de lanzarse a la conquista definitiva. La exigencia del sufragio efectivo que, entre nosotras, es solo una bella frase.
La voz melodiosa de María Asúnsolo se descarga contra Fidel Velázquez:
“No conozco a los candidatos a diputados de mi distrito -el noveno-, pero sí sé de Fidel Velázquez”.
-¿Y que opinión le merece?
-Tiene sus ventajas y sus desventajas
-Pero, ¿qué predomina?
-Bueno, no puedo estar de acuerdo con un hombre que ha tenido que ver con la traición.
¡Otra vez la injusta distribución de la riqueza, preocupación obsesionante en las mujeres mexicanas!
Matilde Rodríguez Cabo, médica cirujana, directora del pabellón del niño del manicomio desde hace 28 años, responde en otra época del departamento de prevención social, respondió con energía a las preguntas de Excélsior:
“Debemos exigir que el próximo régimen afronte con valor y decisión el grave problema que se deriva de la injusta distribución de la riqueza, queremos un país que se desarrolle económicamente, que progrese técnica y culturalmente, pero también queremos que de ese desarrollo y de ese progreso participen todos los mexicanos y que la riqueza de unos cuántos no se finque sobre la miseria y el hambre de los más.”
Habla con desdén de la propaganda política dispendiosa. La juzga de injuria, un golpe al rostro de los millones de empobrecidos mexicanos.
Relata un hecho que presenció:
Entre capas sociales altas, de sobrados recursos económicos, todavía hace unas cuantas semanas se distribuían centenarios con la efigie del candidato presidencial del PRI.
“Ese dinero debe destinarse a causas más nobles.”
Y el rostro delgado, expresivo, de la doctora enrojeció de indignación.
No alteró su gesto de contrariedad cuando dijo:
“También queremos diputados y Senadores que no sean sordos y mudos, y anhelamos integración de partidos políticos, de sindicatos y agrupaciones en los que los líderes corrompidos y serviles sean definitivamente eliminados.”
En su primera actuación como electoras en la suprema contienda cívica que pueda presenciarse en México, las mujeres vivieron toda clase de situaciones.
Ocurrió en una casilla del segundo distrito en la colonia Guerrero:
Una mujer de la clase humilde mostrábase desconcertada, veía a uno y a otro lado del local con ojos azorados. En un momento los fijó en el presidente de casilla y ahí los mantuvo.
El funcionario le sonrió, como incitándola a la confianza. La mujer se tranquilizó, pero sin perder totalmente la timidez, preguntó en voz baja: “¿Por quién voto?”.
El presidente sintió sobre sí los rostros de los representantes de los partidos contendientes al suyo, el PRI. Meditó unos segundos. Al fin, amable, paternal, aconsejó:
“¿Y qué le parecería por la bandera...?”
... No lejos de Guerrero, en la calle de Miguel Schulz, tocó el tierno de sufragar a una mujer de aspecto peculiar: vestida severamente y peinaba de raya en medio y chongo. En su rostro no se vería un miligramo de cosmético ni el más discreto carmín matizaba sus labios delgados. Su falda y su sueter eran negros.
La representan de Acción Nacional de casilla se sintió atraída por la enlutada. Quizá pensó que se trataba de una religiosa.
Le hizo señas discretas. Su rostro se dulcificó en una expresión llena de humana compasión. La vio con una mirada intensa, como comunicándole: “Militamos en la misma causa; adelante”.
Cuando la sufragista permanecía inclinada sobre las boletas de electura, la militante del PAN se le aproximó, volteó con presteza y no sintiéndose observada, deslizó:
“¿Se puede? ¿Se puede”, y alargaba el cuello lo más que podía. La respuesta sonora e indignada le cortó la respiración:
“¡De ninguna manera! ¡apártese y permítame votar en secreto!”

Otros rumbos metropolitanos.
Ixtalapala, zona que se encuentra entre las más pobres. El analfabetismo, la insalubridad, la atmósfera fétida, son aquí problemas de la vida cotidiana.
Dos mujeres se confiaban mutuamente sus experiencias políticas:
    -Y tú, ¿por quién votaste?
    -Yo por Luis Álvarez. Es católico. ¿y tú?
    -No, yo voté por López Mateos. ¿Que no ves que es muy guapo?
Y las mujeres -de delantal y rebozo- se retiraron de la casilla con las manos enlazadas y muertas de la risa.
Eva Sámano de López Mateos... Blanca Magrassi de Álvarez... Berta Rivera de Mendoza.
Usted conoce a las dos primera. Mil veces han sido publicadas sus fotografías en periódicos; mil veces, también, se les ha visto en televisión.
Berta Rivera se Mendoza constituye la novedad en este trío. Hasta ahora nadie se ha ocupado de ella. Y es mujer importante, dada su calidad de esposa de un candidato a la Presidencia de la República: Miguel Mendoza López, del Partido Comunista:
Tiene setenta y siete años, cinco hijos y un número mayor de nietos. Su rostro de líneas suaves, inspira confianza. Tiene el cabello gris y su aspecto de vida, de fortaleza.
Tiene creencia: la católica.
Por vez primera hizo declaraciones a un periódico:
“No, no siento la contradicción en la postura política de mi marido que, siento católico como yo, es candidato a la Presidencia por el Partido Comunista. Él es inteligente y muy culto, con seguridad sabe lo que hace. Además, yo no tengo derecho para meterme en sus asuntos de conciencia.”
Sabe que Miguel no va a ganar la suprema magistratura, por dos motivos: porque el Partido Comunista no está registrado ante la ley y porque el fraude no lo permitiría.
Sin embargo, en la hipótesis de que su marido sucediera en el sillón presidencial y a don Adolfo Ruiz Cortines, ella, como mujer, tendrá dos anhelos: proteger a los niños y cuidar a los viejos.
“Usted sabe cómo se les trata a unos y a otros, los niños en el abandono; y los viejos, en el olvido...”
Excélsior obtuvo una frase de la esposa del candidato a la Presidencia de la República, Adolfo López Mateos.
Dijo doña Eva Sámano de López Mateos: “Es muy importante que la mujer esté decidida a ejercitar siempre sus derechos políticos sin abandonar su hogar, que es un sitio inviolable de seguridad para nosotras, las mexicanas”.
Y Blanca Magrassi de Álvarez, sonriente, afable, habló con las palabras de su marido:
“Tengo confianza plena en que la mujer mexicana luchará por una renovación total de la vida del país.”
-¿Y el fraude electoral del que tanto hablaba el PAN?
-Si el pueblo se decide, lo superará.
La señora Magrassi de Álvarez, incansable en sus recorridos por el país al lado de su esposo, habló también de la misión que cree debe cumplir cualquier mujer que comparta su vida con un Presidente de la República:
“Es similar su función al de cualquier mujer junto a su marido, ayudarlo, inyectarle optimismo, levantarle el ánimo en cualquier momento depresivo, compartir sus alegrías.
“Y como mujer que tiene responsabilidad concreta, secundar cualquier idea de justicia y de bienestar. Eso es precisamente lo que yo deseo para todos los mexicanos: paz, justicia y bienestar”.
Al atardecer, cerca de las 17:00 horas, las últimas opiniones recogidas, en el bando femenino:
Adriana Lombardo, hija de Vicente Lombardo Toledano:
“Todavía tenemos un gran atraso o existen muchos prejuicios que primero hay que vencer. Esto no podrá realizarse si no se logra la incorporación económica, política y social de la mujer mexicana en la vida de nuestro país.”
Melida de la Selva, presidenta de asociaciones culturales:
“Ojalá que el voto de la mujer sirva para apoyar la elección de representantes populares, y conscientes”.
Adelina Zendejas, dirigente en el magisterio:
“Lucharemos porque el voto femenino borre injusticias y acabe con la corrupción, sobre todo sindical.
“Llegamos a la contienda cívica con un nuevo aliento y sin las cadenas de compromisos innobles”
En la casilla de San Luis Potosí y Córdoba una mujer de clase media dijo con sencillez:

“Voté para Presidente de la República, sinceramente, en las boletas de senadores y diputados inscribí: `sin merecimiento`. Y no crucé el escudo de ningún partido.”


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